01-04-03. Hace unos días trajeron una gran pala mecánica y la dejaron aparcada junto al corral de concejo. Se pensó que trabajaría en la zanja que se está realizando para la conducción de agua desde Vitigudino. Pero parece ser que es la primera máquina que ya se ha desplazado hasta aquí para comenzar a construir los nuevos caminos del pueblo.
Como parece que no quedamos escarmentados el año pasado con la marcha que hicimos hasta Oporto siguiendo el cauce del Duero, este año nos vamos a ir a Lisboa siguiendo el cauce del Tajo. No podemos ir desde Cabeza del Caballo ya que no tenemos suficientes días de vacaciones, así es que nos trasladaremos hasta el margen de ese río por tren. Saldremos el día 25 de este mes desde Guarda y comenzaremos a andar cuando lleguemos a la ciudad de Vila Velha de Rodao, junto a la frontera de Portugal con Cáceres.
Los andarines seremos de nuevo Manolo, Sebastián y yo. Pero además irá Francis el de José Manuel, que tanto nos animó el año pasado y que ya lleva tiempo preparándose para este reto. Pensamos llegar a Lisboa el día 1 de Mayo para regresar al pueblo el día 2.¿ Lo conseguiremos?
02-04-03. Hace tiempo que llevo esperando encontrar un día para hacer un recorrido que me propuse realizar cuando comencé la página del río. Me refiero al que discurre por la Rivera de La Cabeza. Parte de él ya lo conozco desde entonces pues hace unos tres años ya anduve desde el lugar donde esta rivera se une al río de Las Uces, un poco antes del puente de La Torita, entre Masueco y Pereña, hasta unas pequeñas y hermosas cascadas que hay entre este último pueblo y La Cabeza de Framontanos.
Hoy Manolo me ha llevado hasta el pueblo de Ahigal de Villarino, lugar por donde discurre esta rivera después de nacer cerca de Puertas (ese tramo lo dejo para otra jornada). Desde allí pienso llegar hasta las pequeñas cascadas y seguir andando hasta Cabeza del Caballo pasando por el pueblo de la Peña. Calculo que hay más de treinta kilómetros y empiezo mi recorrido a las nueve de la mañana. Se que por esta zona hay varias fincas bastante grandes y que en ellas, aunque no me espero encontrar con ganado bravo, seguro que hay partidas de vacas moruchas y cárdenas. En principio no deben suponer ningún peligro, siempre que no me encuentre con alguna recién parida cerca de su cría.
El día es perfecto para andar pues está medio nublado y no hace ni frío ni calor. Tampoco amenaza lluvia y el abundante agua caída durante el día 30 hace que la rivera presente un aspecto inmejorable para disfrutar de su color azul inundando la verde hierba de las lorillas y del sonido de su discurrir entre las piedras. Al contrario de lo que pensaba no me encuentro con grandes y llanos valles entre los que serpentea este ya significativo arroyo, sino que pronto me hallo saltando peñas y el agua va formando pequeños pozas entre las mismas que van aumentando de tamaño a medida que me distancio de El Ahigal, hasta formar pequeños piélagos. Pronto comienzo a divisar las primeras puentes de piedra, tan abundantes en nuestras riveras. Procuro no separarme demasiado de las paredes, cercas y alambradas ya que si a algo le tengo miedo es a las vacas y a los perros. Llego a estar mas pendiente de encontrarme con unas u otros que de contemplar el paisaje por el que discurre el agua.
Las fincas por las que paso son bastante extensas y algunas han sido cercadas recientemente. Pero cuando llego a una vieja pared de piedra, bien acabada y de una altura superior a lo normal, sé que me estoy adentrando en la dehesa de La Zarza de Don Beltrán. Me preocupa pensar que la altura de esta cerca sea debida a la presencia de ganado bravo pero me adentro confiado ya que veo que puedo bajar junto al cauce protegido por las abundantes peñas que va sorteando el agua. Paso cerca de una moderna nave agrícola y como escucho cercano los ladridos de varios perros me armo de un buen palo que me acompañará el resto del camino. Muy cerca de allí comienzo a ver como el agua se va remansando y presiento la cercana presencia de algún molino. Pero lo primero que diviso es la robusta silueta de un edificio de piedra sobre el que se alza una pequeña espadaña. Supongo que me estoy acercando al pueblo de La Zarza de Don Beltrán y continuo junto a la rivera hasta que me encuentro con la presencia de un derruido molino cuya presa, sin embargo, se halla en perfecto estado. Ésta tiene una altura considerable y el agua que la desborda se precipita formando una bella cortina de plateados chorros que en seguida me presto a fotografiar. No había terminado de guardar la cámara cuando veo como sobre mi cabeza revolotean dos águilas ratoneras. Pienso que están inmersas en los habituales juegos que forman parte del cortejo amoroso en el que se enzarzan numerosas aves en estos primeros días de la primavera. Sin embargo pronto puedo comprobar que loa que realmente están haciendo es intentar dar caza a un desesperado tordo que se deja caer a gran velocidad hasta los árboles de la orilla del agua. Una de las águilas lo sigue en su descenso a escasos centímetros de su cola pero ha de cortar el vuelo para no estrellarse contra las tupidas ramas de un sauce. Entonces de posa en una rama a escasos cinco metros de mí. Tiene la atención tan centrada en su cacería que no se apercibe de mi cercana presencia. Yo he comenzado a extraer de su funda la cámara fotográfica desde el mismo momento que vi a los dos ratoneros pero todo ha sido tan rápido y he de moverme tan sigilosamente que cuando la tengo dispuesta para tomar la deseada instantánea me doy cuenta de que no pasé el carrete cuando hice la anterior y mientras hago esta operación, el águila alza el vuelo confundiéndose entre las ramas de la abundante vegetación que nos rodea. No se me volverá a presentar mejor ocasión para tomar una una buena fotografía. Me quede unos momentos desconsolado y luego , maldiciendo mi falta de previsión, continué andando hacia el lugar donde antes había divisado la iglesia del que supongo que será un reducido caserío.
La Zarza de Don Beltrán, de la que pronto buscaré más información, esta actualmente formado por unos cuentas casas abandonadas rodeadas de viejos corrales aún más desamparados. Como en el resto de los pequeños pueblos donde ya casi nadie vive, los tejados se han ido derrumbando y tras ellos el resto de la estructura, dejando en pie solamente las robustas paredes de mampostería de granito. De todas formas puedo comprobar que algunos edificios ,aunque cerrados, aun se conservan enteros. En el centro de lo que antiguamente fue un pequeño pueblo alguien ha construido una moderna y espaciosa casa. Aunque destaca entre las viejas paredes solitarias, se ha mantenido el gusto por la piedra y no distorsiona demasiado en el entorno, algo que desgraciadamente no consigue una nave de bloques de cemento que se encuentra un poco más arriba junto al caserío. Aquella es la única vivienda habitada y, aunque no veo a nadie, hay ropa tendida y escucho a lo lejos las voces de alguien llamado al ganado. Me limito a recorrer los aledaños de la vieja iglesia, plasmando su decrepito abandono con mi cámara. Sin embargo la iglesia misma se halla en buen estado pese a que se puede apreciar que su pronto destartalada puerta de madera hace años que no se abre. El portalito que la resguarda se halla totalmente invadido por la maleza que rodea a las gastadas piedras de varios poyos que antaño sirvieron como asiento de los fieles en la espera del comienzo de los actos religiosos. La espadaña es bastante baja y de factura muy rustica. Sin embargo emana una extraña belleza, acentuada por la gran cantidad de musgo y líquenes que cubren las viejas piedras del campanario, desde cuyo pináculo me contempla una confiada cigüeña mientras se afana en el cuidado de un enorme nido en el que ya debe estar pronta la eclosión de sus huevos. Permanezco la un buen rato tomando fotografías, contemplando con cierta tristeza todo este abandono e intentando imaginarme como sería un domingo cualquiera a la hora de misa en este lugar donde ya no queda ni gente para recordarlo.
Retorno a la rivera y paso junto a ella bordeando una gran manada de vacas. Puedo comprobar para mi tranquilidad que la mayor parte son charolesas, aunque veo a lo lejos varias moruchas y alguna cárdena. Además aprovecho que están marchando hacia los tesos donde alguien las está llamando para echarles comida. Ahora el agua discurre durante grandes tramos por valles más llanos y así llego hasta la cerca donde termina esta dehesa. A mi paso alzan el vuelo numerosos ánades reales y chorlitos, mientras alguna cigüeña blanca busca su comida entre los lodos. Me extraña no haber visto ninguna garza aunque supongo que debe de haberlas dado su creciente número en toda nuestra zona. Los espinos comienzan tímidamente a cubrirse de flores mientras los no muy abundantes endrinos ya las van perdiendo. Aun es pronto para que los robles comiencen a tener hojas pero ya se puede ver como los más tempranos van abriendo sus yemas. Los fresnos están más adelantados al igual que los sauces y los espinos y el verde claro de sus primeros brotes se funde con el más oscuro de la abundante hierba que ha propiciado el lluvioso invierno que hemos tenido este año
Me he adentrado en la finca de Las Cañadas. Aquí la rivera se extiende por un ancho valle y cerca de él veo una moderna y amplia casa rodeada de diferentes corrales también de reciente construcción. La dejo de lado y sigo la corriente del arroyo mientras esta vuelve a retozar entre las de nuevo abundantes peñas. Paso junto a una pequeña presa pero no encuentro el molino correspondiente pues esta construida solamente para retener el agua durante el verano. Aunque ya anteriormente he visto bastantes, en esta zona rocosa numerosos galápagos se van arrojando al agua cuando mi inesperada presencia los despierta de su placido y necesario sesteo al calor del sol gratificante que sortea las escasas nubes.
Entre peñas llego a los aledaños de La Cabeza de Famontanos. Podría acercarme a tomar una cerveza al bar del amigo Juan y a sacar algunas fotografías del pueblo pero decido dejarlo para otro día. Ahora me limito a plasmar la silueta de su iglesia destacando a lo lejos sobre el horizonte. Paso junto a dos antiguas puentes bien conservadas y luego llego hasta la carretera de Trabanca que pasa sobre un puente ya más moderno. Es la una del mediodía y continuo mi camino bordeando el casco urbano siguiendo el cauce de la rivera. Veo los restos de dos antiguos molinos de los que solamente quedan restos de las represas confundidos entre las zarza y los sauces. Luego otras dos puentes de piedra y tras pasar la carretera que va hasta Villarino de los Aires, me encuentro con una muestra de la falta de sensibilidad estética a la hora de construir los caminos que se hicieron durante la reciente concentración parcelaria de La Cabeza: Para cruzar el cauce del agua se construyó un vulgar puente de tubos de hormigón al lado mismo de una antigua puente de piedra, seguramente la mas grande de toda la rivera. El resultado no solamente ha sido el impedir la contemplación de la belleza de esta última, sino que, desgraciadamente, entre la fuerza con que sale el agua por los tubos y la que tiene cuando los desborda durante las crecidas, se ha terminado por derruir la mayor parte de ella.
La tristeza con que me aparto de esa zona no me impide distinguir como más abajo hay una gran manada de vacas pastando al lado mismo del agua. Ello me obliga a separarme del cauce y atravesar la finca en que se hallan por los tesos. Esta finca ha sido cercada recientemente y a medida que me adentro en ella puedo comprobar otro fenómeno que trae consigo la concentración parcelaria y que pronto podremos ver en nuestro pueblo. Las viejas paredes de las antiguas fincas estorban a los nuevos propietarios. Por ello han de ser quitadas y almacenados sus restos en grandes montones. Además hay empresarios que compran las más planas y llenas de musgo. Estas suelen ser las alzas, es decir las que refuerzan la parte superior de las pareces e impiden que se caigan. Esta fase de destrucción de las antiguas y bellas cercas de piedra es la que me voy encontrando a mi paso. Ello le da al paisaje un cierto aspecto de devastación que me hace apurar el paso. Además el rodeo que he tenido que dar ha retasado mi intención de comer y cuando vuelvo de nuevo a la rivera son ya las tres menos cuarto de la tarde.
No pienso comer en cualquier lugar pues este es uno de lo momentos más gratificantes de cualquier caminata. No tardo en encontrar un sitio ideal ya que he llegado hasta una vieja puente de piedra en un pequeño valle y al abrigo de varios matorrales que me resguardan de la pequeña brisa que se ha levantado. Esta es una puente bastante grande y su belleza está acentuada por el musgo que la cubre, resultado del largo tiempo que no se usa pues el camino que llegaba hasta ella ya no existe. Me descalzo y sentado sobre una de las losas que cubre sus vanos apoyo mis pies en el musgo de las piedras del machón que se hunde en el agua y me presto a despachar mis viandas. Chorizo, salchichón y queso descansan sobre la improvisada mesa en medio de la corriente. A su lado la bota de vino que guardo como oro en paño y que al igual que el agua no he probado en todo el camino. Disfruto comiendo y lo hago lentamente como si fuera una ofrenda a la naturaleza que me rodea. En realidad este rito lo que hace es producirme una sensación de sueño que me invita a apoyar mi espalda sobre la fresca losa para disfrutar de una placida siesta. Permanezco así apenas unos veinte minutos pero el sosiego que se respira, el murmullo del agua que discurre bajo mis pies, el susurro de la brisa entre las ramas y el canto de los numerosos pájaros me hace olvidar por un momento de cualquier cosa ajena a ese momento de felicidad.
Pero he de continuar mi camino y ya son la cuatro menos cuanto. Cuando me incorporo veo con asombro que allá a lo lejos hay una peña que me está mirando. Tomo los prismáticos y observo que, en el horizonte hacia el termino de Trabanca, sobresale la silueta de una extraña figura de granito. Me dirijo hacia ella y a medida que me acerco se me asemeja cada vez más a una extraña tortuga que alzase su cuello para mirar a la lejana puente en la que me detuve para comer. Saco algunas fotografías y ya a provecho para levantar algunas piedras con el fin comprobar si, como supongo, en está zona hay alacranes. No tardo mucho en hallar uno pero, además y en poco espacio de terreno, descubro una salamanquesa , un pequeño sapo y una mamacabras. Lo que me extraña es no haber visto en todo el recorrido ninguna culebra y solamente un lagarto. Supongo que se deberá a que aun no han terminado de despertar del largo y húmedo invierno, pues estoy seguro que tiene que haber bastantes de esos reptiles en este paisaje que presenta unas características idóneas para su proliferación.
Después de intentar fotografiar a una collalba rubia, pájaro que antes no conocía y que cada vez veo con más frecuencia, retorno hasta la rivera y siguiendo su cauce llego hasta otra bien conservada puente junto a la que un enorme sauce comienza a cubrirse de las hojas que poco a poco irán ocultando los pequeños y erizados frutos en que han ido transformándose las flores aterciopeladas que dan a estos árboles, cuyas raíces gustan de enterrarse bajo el arroyo, un característico color verde apagado que es el primero que anuncia la primavera entre lo arbustos que crecen junto al agua. A partir de aquí, esta retorna a sortear las abundantes peñas y no se remansa hasta que llega a la presa de un nuevo molino. De una puente que hubo antes de llegar al piélago ya solamente queda uno de los pontones. Tampoco el molino, estratégicamente construido frente a un peñascal, ha salido bien parado de su enfrentamiento con el agua y una de las últimas crecidas ha derribado una de sus esquinas y parte de la pared más cercana al agua, dejando a la vista el asiento de la piedra de moler y el exterior del cilindro sobre el que se apoya. De todas formas ya le faltaba el tejado y, consecuentemente, toda su estructura interior de madera. Compruebo que hay una característica que distingue a este molino y que consiste en el arco ojival que se ha construido, de una manera muy rudimentaria, en la salida del aliviadero. No recuerdo haber visto ninguno otro en la zona.
A partir de aquí y durante un gran espacio de tiempo camino por un largo valle casi desprovisto de rocas hasta que llego a la carretera que une a los pueblos de La Cabeza y de Pereña. El puente por el que pasa la carretera lo llaman el Nuevo aunque ya no lo es tanto. Tiene dos arcos, uno mas pequeño que el otro. Ha sufrido una reforma en al que se puede apreciar dos formas diferentes de hacer. Se ha ensanchado la carretera y debido a ello se amplió toda la estructura. Pero mientras la antigua era de sillares de granito, la moderna consiste en unas grandes chapas de hierro galvanizado que han servido como soporte para hormigonar con cemento. luego se ha chapeado con lajas de piedra la parte de aquel que quedaba a la vista.
Junto a este puente se hallan los restos de otro viejo molino del que aun quedan las paredes en pie y la presa casi intacta. Después el agua continua tranquila durante unos cientos de metros hasta que definitivamente se angosta entre las rocas en un lugar que me pareció el mas interesante de todo el recorrido. Aquí hay otro molino del que ya solamente quedan las paredes. Pero junto a él veo uno de los puentes que más han sorprendido de toda la comarca. No comprendo como no he sabido antes de su existencia y creo que debe ser conservado como una verdadera joya de la arquitectura popular. Tiene dos arcos de medio punto, uno un poco mayor que el otro. Estos están construidos a base de sillares pero su factura es muy rudimentaria, tanto en su tamaño como en la terminación de las esquinas y el abujardado, hasta el punto de que algunas dovelas parecen verdaderas lajas de granito colocadas en bruto.
Continuo caminando hasta el termino de La Peña hacia lugares que ya he andado en otras ocasiones. Se que pronto llegaré a un paraje cuyo atractivo reside en las pequeñas cascadas y rápidos que se forman al salvar la rivera un mediano desnivel. Se han formado algunas hoyas y el agua resbala hacia ellas extendiéndose sobre las alisadas lastras del lecho y formando bellas cortinas de agua.
Pero antes he pasado junto a otro antiguo molino del que solamente quedan algunos restos. Cerca de él también se halla la escombrera de una abandonada mina que por los montículos de material que aun quedan esparcidos a su alrededor debió ser de extracción de cuarzo.
Desde esta zona ya puedo ver a lo lejos la extraña silueta de la Peña Gorda y me dirijo hacia ella, dejando a mi derecha la rivera de La Cabeza, pues tengo que dar por concluida la jornada dirigiéndome en línea recta hasta Cabeza del Caballo si quiero llegar antes de que sea de noche. Serán las ocho y media de la tarde cuando esto ocurra y habré caminado a lo largo de todo el día treinta y algunos kilómetros.
06-04-03. Hoy he ido a otra de las marchas que organizan los pueblos de la zona, en este caso el de Mieza. El recorrido consistía en bajar hasta el Salto de Aldeadávila cerca de la carretera que baja desde El Abanico en la Zarza, y bordear unos cientos de metros el río Duero para luego ascender hasta la Code utilizando un tramo de recién trazado GR 14 ( Este es el Gran Recorrido de la senda del Duero, según las normas de un organismo internacional que regula las grandes rutas senderistas). Después comimos en La Code como al final de una romería amenizada por Tamborileros, entre otros el grupo de Fermoselle, uno de cuyos miembros es Paco Pucheros. La fiesta termino en el pueblo de Mieza, en cuya plaza actuó el grupo Salmantice. Este grupo de música tradicional de Salamanca cuenta desde hace poco -esta ha sido la primera vez que canta en público con ellos- con una nueva cantante que es nuestra paisana Mari la de Toño. Esta cantó estupendamente y la actuación fue todo un éxito. Pronto pondré fotografías de la misma.
07-04-03. Parece ser que un día de estos, posiblemente pasado mañana, traerán por fin los mapas de la asignación de los lotes de la Concentración Parcelaria.
09-04-03. Las fuentes no eran tan fiables como yo pensaba. Ahora me cuentan que la ingeniera ha dicho que traerán los mapas antes del próximo martes, ya que ese día los de la oficina se van de vacaciones de Semana Santa.
10-04-03. Fallece en Barcelona Paco Serrano. Su nombre completo era Francisco Martín Morales aunque todos lo conocíamos por su apodo. Tenía solamente sesenta y siete años pero ya el año pasado había superado una grave intervención quirúrgica. Sus padres fueron Ángel y Manuela Macanas, pero él no nació en nuestro pueblo pues fue uno de los hospicianos que en aquellos primeros años del siglo pasado vinieron a Cabeza del Caballo y a otros pueblos como consecuencia de una política del gobierno de la época que consistía en pagar un dinero a aquellas familias que acogieran a niños huérfanos o abandonados. Pero esa ayuda solamente cubría unos años de la infancia y transcurridos éstos las familias tenían el derecho de devolver a esos niños a la institución que se los había entregado. Pero solamente sé de una de ellas (el respeto por sus descendientes me impide decir cual) que tuvo el corazón tan duro o la necesidad tan acuciante como para desprenderse de uno de estos niños hospicianos, ya que finalmente eran considerados como verdaderos hijos. Esto último ocurrió con Paco que vivió en nuestro pueblo trabajando en diferentes labores hasta que se fue a Alemania y luego a Barcelona. Se caso con Ángela y tuvo dos hijas, Angelita y Paqui. Nuestro más sentido pésame. D.E.P.
11-04-03. 4 litros/ m
Las temperaturas han bajado espectacularmente y por la tarde amenaza una lluvia que nos hace pensar que el buen tiempo que hemos tenido en los últimos días ha sido un espejismo.
12-04-03. Como en años anteriores, numerosos paisanos han comenzado a llegar al pueblo para pasar con nosotros la Semana Santa. 13 litros/ m
13-04-03. 1 litros/ m
14-04-03. De nuevo tengo que rectificar las fecha en que se prevé que van a poner los nuevos mapas de la concentración parcelaria. Hay un cierto secretismo que ya está comenzando a enfadar a bastante gente. Lo último que sé es que los ingenieros han dicho que harán una reunión con el pueblo el miércoles a las 12 de la mañana. La verdad es que yo ya no me creo nada. 3 litros/ m
15-04-03. La Asociación Cultural Dª Gabina prepara la " II Marcha hasta Robleo" para el día 3 de Mayo:
16-04-03. ¡ Por fin nos ponen los mapas y se entregan los lotes de las nuevas parcelas! La gente anda por las calles como si fuera un día festivo. La primera impresión es la de que, en general, no hay demasiadas quejas. Ya veremos lo que ocurre cuando se examinen más detenidamente los papeles. Muchos ya se han lanzado al campo para ver por primera vez las que serán sus nuevas tierras.
Estas adjudicaciones son las definitivas aunque se puede interponer recurso, primero ordinario y más tarde contencioso-administrativo. Los ingenieros han comunicado que aun se ha abierto el plazo para ello ya que falta una notificación, parece ser que es un mero tramite administrativo, por parte de los responsables del medio ambiente.
17-04-03. Como era de esperar, éste es el año que más gente de la que vive fuera del pueblo ha llegado a pasar las vacaciones de Semana Santa. Había que venir a recoger los documentos de las nuevas parcelas y a conocer el lugar donde éstas se encuentran. por ello se ha visto a numerosa gente andando por el campo para descubrir la ubicación de sus nuevas propiedades.
18-04-03. Vuelve el mal tiempo y la lluvia va a impedir disfrutar plenamente de estos días de fiestas campestres. Es una pena ya que muchos de nuestros paisanos hace largo tiempo que no regresaban a nuestro pueblo. Es espectacular ver las calles llenas de coches que no conocemos. Yo no podré estar mañana y pasado en el pueblo pero espero que el tiempo mejore para que la se pueda ir al campo. 32 litros/ m
21-04-03. Estos dos últimos días ha llovido constantemente y ha sido imposible que la gente se aventurase a salir a comer el hornazo. Cada familia o pandilla de amigos han tenido que buscarse un lugar en las cocheras, en la peñas o en las mismas viviendas para celebrar este tradicional día de Pascua. Antiguamente solíamos recurrir a las pajeras y ahora recordamos con nostalgia a aquellos juegos entro los pesebres de las vacas, los casillos de las ovejas o el corral del mulo.
Hoy, por el contrario, ha hecho un día buenísimo para estar en el campo. Qué se la va a hacer.
23-04-03. 2,5 litros/ m
24-04-03. Como era de esperar, el tema de conversación habitual se centra en torno a las nuevas parcelas. En general las gente está contenta con lo que le han asignado aunque no a todos ha sido en el lugar donde pidieron, o todo el terreno que creían que les iban a dar.. La quejas que he oído se refieren a aspectos que no son esenciales. Pero aun es pronto para saber cual es grado de satisfacción general. Cuando pasen unos días intentaré reflejarlo. Ahora estoy liado en los preparativos de la caminata que. Sebastián, Francis, Manolo y yo, comenzaremos mañana desde La frontera de Cáceres con Portugal hasta Lisboa siguiendo la senda del Tajo.3 litros/m
25-04-03. 12 litros/ m
26-04-03. Comenzamos nuestro camino hasta Lisboa por el Tajo.....
Cuando ultimamos los detalles previos a nuestra marcha hasta Lisboa siguiendo lo más cerca posible el cauce del río Tajo, elegimos el pueblo de Vila Velha de Rodao como punto de partida para nuestra ruta. Habíamos pensado comenzar en la misma frontera de Cáceres y Portugal pero la existencia de un enlace ferroviario en el mencionado pueblo nos permitía una cierta autonomía a la hora de llegar hasta allí sin necesidad de un coche de apoyo. Aun así necesitábamos que alguien nos acercara hasta Guarda, el enlace de tren más cercano a nuestro pueblo y será Cesar quien lo haga. Los días previos hemos estado muy atentos a las previsiones meteorológicas y sabemos que hay riesgo de chubascos en esta zona pero no pensamos que iba a caer tanta agua, hasta el punto de acompañarnos durante todo el trayecto hasta Guarda, lugar a donde llegamos para partir en el tren de las 16 horas. Cuando nos enteramos cual de ellos nos transportaría se nos cayó el alma. Se trataba de un viejo trolebús de un solo vagón unido a la maquina y totalmente oxidado. Pensamos que seríamos los únicos viajeros y no andábamos muy descabellados pues además del maquinista y el interventor solamente nos acompañaba un chaval.
El interventor resulto ser un gran conversado y en un castellano casi perfecto nos fue comentando los lugares por donde pasamos e instruyéndonos dentro de lo posible en aquellos por los que deberíamos pasar en nuestro camino hasta Lisboa, especialmente castillos y fortalezas, temas por los que nos comentó sentía una verdadera pasión.. Desgraciadamente acercarnos a muchos de ellos nos apartarían de nuestro trayecto y necesitaríamos muchos más días para completar el itinerario.
El viejo tren circula por un hermoso valle en cuyo fondo discurre uno de los pequeños arroyos que llevan su agua hasta el río Montego. La lluvia arrecia y las nubes nos impiden ver los montes que extienden más allá hasta la sierra de La Estrella y cuya contemplación habrá que dejar para otro viaje. Pequeños pueblos se desperdigan entre zonas cultivadas, algunas de ellas mediante bancales, prados, y bosques no muy densos de pinos. En Covilha dejamos el destartalado trolebús y ya tomamos un verdadero tren que nos transporta por tierras mas habitadas cuyas poblaciones, según nos cuenta nuestro peculiar cicerone, cuentan con una vieja tradición industrial, especialmente textil, como podemos comprobar por algunas viejas fabricas abandonadas y por otras mas abundantes y modernas.
Cuando llegamos a Vila Velha de Rodao ya casi anochece y, lo que es peor, la lluvia que nos ha acompañado desde Cabeza del Caballo parece no querer dejarnos solos. En un momento que parece que va a escampar nos pertrechamos con los impermeables y nos arriesgamos a salir del pueblo para buscar un lugar donde pasar la noche. Cruzamos al otro lado del Tajo y cuando vemos que la lluvia comienza a arreciar comprendemos que hay que buscar un refugio cuanto antes. Pasamos junto algunos cobertizos cerrados hasta que tenemos la suerte de ver una vieja casa abandonada. Desgraciadamente está toda ella derruida y llena de zarzas. Pero, ya con las linternas encendidas podemos ver que hay una especie de puente que la una a la carretera. Creemos que debajo de él podremos pasar la noche sin mojarnos. Pero cuando entramos vemos que no va a ser tan fácil ya que todo el suelo está cubierto de gruesas e irregulares piedras sobre las que es casi imposible preparar un lecho. Sin embargo la lluvia y la noche cerrada nos obligan a permanecer allí aunque haya que descansar sentados.
Finalmente conseguimos a duras penas disponer los guijarros para colocar las colchonetas entre ellos y nos dispusimos a cenar. Examinamos más detenidamente el lugar en el que nos hallábamos y pudimos comprobar que más que un puente aquello parecía un verdadero bunker pues se trataba de una vieja estructura de hormigón sobre la que había mas de medio metro de tierra. Como consecuencia de ello ya antes de terminar de cenar comenzó a caer una gotera que nos hizo temer lo peor: la tierra se saturaría y terminaría formando otras. Tardó en ocurrir pero cuando ya estábamos medio dormidos, intentando acomodar el cuerpo entre las piedras para no rompernos los riñones, el agua comenzó a caer en algunos lugares y ya solamente nos quedaba ir escapando de ella al mismo tiempo que procurábamos que las piedras no nos hicieran aun más daño. Además, pese a que dejó de llover hacia las tres de la madrugada, las goteras siguieron cayendo hasta el punto que decidimos levantarnos y salir de allí aunque tuviéramos que caminar de noche.
Así lo hicimos y a las cinco de la mañana ya estábamos caminando por una empinada carretera. Casi no pasaban coches y llevábamos chalecos reflectantes. La noche estaba estrellada y la temperatura era buena. Después de andar unos kilómetros nos felicitamos de haber elegido descansar bajo el mencionado puente pues ni a un lado ni a otro de la carretera pudimos encontrar un lugar donde hubiese sido posible montar una tienda.
Nuestra intención es huir de las carteras e intentar tomar caminos que nos acerquen lo más posible al Tajo, aunque pronto nos damos cuenta de que va a ser casi imposible dado lo escarpado del terreno y la existencia de una presa, la de Belver, que regula el curso del río impidiendo que haya caminos en la orilla. Salimos de la carretera que nos llevaría al pueblo de Nisa y tomamos unas pistas de tierra que nos encaminan hasta dicha presa después de pasar por Monte Claro. En cierto momento nos equivocamos de ruta y llegamos a un pequeño pueblo llamado Pardo que a la postre será el más interesante de los que veremos en todo el viaje. Es esta una pequeña pero limpia aldea donde las casas están decoradas con vistosos colores. Ocres, amarillos y añiles se conjugan formando bellas figuras que nos hacen recordar que no estamos lejos de los blancos pueblos del sur de España. Pero lo que nos llama poderosamente la atención son unas extrañas chimeneas que nos recuerdan las antiguas de Castilla. Son incluso mas grandes que estas pero, además, están cubiertas de un tejadillo que se apoya sobre pequeñas aberturas laterales por las que sale el humo. Luego seguimos caminando por pistas de tierra, pasamos por la rivera de Nisa en la que vemos un antiguo molino de aceite que nos hace mirar a un paisaje en el que predominan los olivares, algunos ya abandonados, entre los pequeños bosques de eucaliptos y los cada vez más abundantes alcornoques. Estamos en un terreno semimontañoso que nos hace ascender por algunas laderas donde notamos especialmente el peso de nuestras mochilas. Así llegamos hasta otro pequeño pueblo, Velada, muy similar ala anterior. Aun es muy temprano y la gente comienza a desperezarse y a comenzar el día. Notamos que este es un pueblo envejecido pues no vemos a ningún niño y si a numerosas personas mayores que parecen sorprenderse de nuestra presencia. Allí nos lavamos en la fuente de la plaza del pueblo y tras comer algo de lo nosotros portamos, continuamos hasta Monteclaro.
Nuestro propósito es regresar al río para continuar por su margen derecho. Entre los pequeños bosques vemos algunas huertos en los que apreciamos unas curiosas norias, artilugios metálicos que veremos con bastante asiduidad a lo largo de la primera parte de nuestra ruta.
Cuando cruzamos el río hemos de tomar una decisión que no nos hace mucha gracia: caminar por la vía del tren si no queremos ascender a unos altos montes que nos retrasaría nuestra marcha. Cuado fuimos el año pasado hasta Oporto hicimos 53 kilómetros por las traviesas y prometimos no volver a hacerlo pues, además de rompernos los pies, supone un peligro evidente. Solamente caminamos durante unos cinco kilómetros pero de propina tuvimos que ascender otros ocho hasta el siguiente pueblo, San Joao das Mata, donde nos aprovisionamos para intentar llegar a u lugar donde pasar la noche. Lo encontramos a medio camino de Belver en un bosque de eucaliptos. Hemos andado 45 kilómetros y estamos realmente cansados. Aunque no tiene pinta de llover montamos la tienda por si acaso y nos dispusimos a dormir. 4 litros/ m
28-04-03. 3 litros/ m
30-04-03. 6 litros/ m