Hay dos caminos para legar a esta zona del río que ha estado a punto de ser anegada por una innecesaria presa que se quería construir en Pozo Negro. Finalmente se ha optado por traer el agua desde la presa de Almendra y podremos seguir disfrutando de este paisaje esperemos que por mucho tiempo. Por ambos caminos pasaremos al lado de peñas que nos llamaran la atención. Así el Pajar de Macarros nos podrá hacer creer que estamos ante una gran obra megalítica realizada por el hombre. Sin embargo no es sino un capricho de la naturaleza el que ha creado esa especie de gran dolmen que, si bien no sirvió nunca como monumento funerario como ocurrió con aquellos en épocas prehistóricas, si que fue utilizado por nuestros antepasados con fines más prácticos tales como resguardarse de las inclemencias del tiempo y ,tal vez, como secreto refugio para los escarceos amorosos de las parejas de rabadanes durante las largas jornadas de pastoreo.
Al igual que el Pajar de Macarros y en peñas situadas en la misma zona podemos ver como la erosión eólica ha ido formando verdaderas colmenas de oquedades utilizadas alguna de por los pájaros para hacer sus nidos. El aire se ha ido llevando poco a poco las partes blandas del granito y ha creado estas formas.
Desde el río se puede ver en el horizonte cercano otra curiosa roca. No tiene nombre pero en el pueblo todos la conocen por estar apoyada en solamente cincuenta centímetros cuado su diámetros es de más de tres metros. Se cuenta que más de una cuadrilla de mozos la intentaron arrojar por la ladera pero les fue imposible.
Entre Pozo Negro y el Pozo de Vegamora se encuentra la Peña del Bufo. En ella -no todos los años- hace su nido el alimoche (en nuestra zona se llama blanquillo debido al predominio de este color en su plumaje). Este nido es inaccesible pero se cuenta que antiguamente se hacían apuestas para bajar a él descolgándose con sogas. Al rededor de esta peña se encuentra un pequeño bosque de robles en el que no entra a pastar el ganado y en el que uno puede disfrutar de una extraña sensación de estar aislado del mundo.
Finalmente, otra peña tiene nombre justamente por encima del Pozo de Vegamora. Es la Peña del Salto, llamada así por que es un paso natural del río cuando éste va crecido. Mediante un pequeño salto puedes pasar de una a otra orilla sin necesidad de ir hasta la Puentepalo. Además, bajo ella hay una pequeña cueva por la que discurre el río en primavera y que sirve de refugio -por la frescura de su sombra- durante los días de pesca del cangrejo.